HOSPITAL GYEONGIL
UBICACIÓN FÍSICA
MENCIÓN SIGNIFICATIVA DE LA UBICACIÓN
MENCIÓN DE LA UBICACIÓN

  • ¡El Hospital Gyeongil puede encontrarse en el libro de letras gráficas de You Never Walk Alone y en el libro de letras gráficas de Save Me! ¡El Hospital Gyeongil aparece brevemente en el libro de letras gráficas de Butterfly!

    • Soñé. En mi sueño, flotaba sobre mi cama de hospital, mirando a un yo diferente yaciendo ahí. El yo sobre la cama estaba durmiendo. Mi yo acostado movía frenéticamente sus párpados, como si estuviera soñando, luego sin previo aviso, mis ojos se abrieron de golpe. En ese momento, nuestras miradas se cruzaron.

      Al momento siguiente, estaba recostado en la cama. Soñé sobre la noche del accidente. Las luces del automóvil se convirtieron en la luna, luego, cambiaron como gotas de luces verdes y rojas. Cuando abrí mis ojos, un yo diferente flotaba en el aire. Mi mirada se encontró con la de mi yo en el aire. Nuestras miradas se intersectaron y nuestras conciencias dieron reversa. Era el yo de la cama y el yo en el aire, repitiéndose y repitiéndose. La velocidad de la intersección y la reversa comenzaron a volverse más rápidas. Me puse mareado y nauseabundo.

      Me desperté con un grito. Mis sábanas estaban empapadas en sudor. Mi respiración se volvió corta y sentí como si fuera a vomitar. De pronto, algo que había olvidado regresó a mi mente. La voz de alguien. Vivir será más doloroso que morir. ¿Está bien? Mi madre llamó al doctor para que revisara mi condición. El doctor dijo que como me estaba recuperando rápidamente, no había necesidad de preocuparse. Tenía moretones y fracturas, pero casi no hubo sangrado. Me dijo que había sido muy afortunado en el accidente.

      Miré al doctor y le pregunté, “¿Quién fue el que me atropelló?”



      Era un día despejado. El cielo era azul y el aire fresco. Mi madre, padre y yo nos fuimos de casa en el automóvil. La música dentro del coche era emocionante, y bajé la ventana de atrás y saqué mi mano. Las hojas de gingko estaban cayendo como gotas de lluvia. Estiré mi mano para intentar atrapar alguna, pero ni siquiera estuve cerca. “Jimin, te vas a lastimar,” dijo mi mamá, volteándome a ver a la parte de atrás. “¿Qué haremos si te lastimas y ya no puedes subir al escenario?

      Caminé sobre el escenario. Encima de mí las luces brillantes nos iluminaban. El suelo retumbaba junto con el ritmo. Bailé entre muchos de mis amigos, todos nos elevamos y regresamos al suelo, juntos, luego nos movimos a la izquierda y nos miramos entre sí. Tanto mis amigos como yo estábamos sin aliento. Aun así, sonreíamos cuando nos observábamos. Hubo una ola de aplausos. Nos dirigimos a la audiencia e hicimos una reverencia. A la distancia, podía ver a mi madre y mi padre de pie, aplaudiendo. Sonrieron cuando me vieron.

      Cuando abrí los ojos, estaba viendo el techo de la habitación del hospital. Las lágrimas brotaron de mis ojos. Sabía que era un sueño, pero no quería despertar. Quería quedarme con ese aplauso, debajo de la lluvia de hojas gingko, pero no importaba que, la mañana siempre llegaba y el sueño desaparecía.



      Me informaron que la cicatriz duraría por un tiempo. Me dijeron que me tomara el tiempo de recuperarme, pero aun así, el alcance no era amplio; solo recibiendo un tratamiento constante se podría mejorar. En mi tercer día hospitalizado, cuando el doctor removió la gasa, quedaron a la vista las quemaduras. La piel en mi brazo izquierdo era roja, casi negra. Era mi cuerpo, pero no se sentía como tal. No me era familiar. En el momento que dejé caer el encendedor, estaba preparado para aceptar algo más que esto. Pero, lo único que llevaré serán estas pequeñas marcas. Se sentía contradictorio conmigo mismo.

      “Dolerá un poco.” Cuando comenzaron con el vendaje, sangre comenzó a salir de las heridas. La sangre que manchaba la gasa blanca era justo como el fuego. Ese día, las brillantes flamas rojas se expandieron como si fueran a tragarme. Intenté suprimirlo, pero al final dejé salir un quejido. El doctor dijo que el sangrado era una buena señal; significaba que había piel viva debajo del tejido muerto. Incluso en medio del dolor, fingí una risa. ¿Por qué lo nuevo sólo es posible después de la muerte? ¿Cómo hubiera sido si hubiera muerto en ese momento? Tal vez era la única forma de comenzar de nuevo.

      Observé mi brazo. Mi brazo expedía sangre ligeramente sobre la nueva gasa. Había llamado fuego a esas manchas, mientras que el doctor las había llamado regeneración. ¿Quién tenía la razón?



      Abrí la puerta de salida de emergencia y corrí escaleras abajo. Mi corazón palpitaba rápidamente y pensé que iba a explotar en mi pecho. La cara que vi bajo la luz del vestíbulo del hospital era la de mi mamá, definitivamente. Cuando regresé la vista, las puertas del elevador se abrieron y este se llenó de gente. Me escabullí entre las personas frenéticamente y seguí avanzando, y un poco más adelante, vi a mi mamá atravesar la salida de emergencia. Bajé corriendo de dos en dos pasos, con mi corazón nervioso. No me detuve y bajé varios pisos.

      ¡Mamá! Ella se detuvo. Avancé un paso más. Se giró para verme. Empezaba a distinguir la cara de mamá. Fue en ese momento. Mientras mis talones resbalaban en el borde del escalón, perdí el equilibrio. Cerré fuertemente los ojos pensando que iba a caer sobre mi cara cuando alguien me tomó del brazo. Cuando volteé a ver quién era, Jimin se quedó ahí, sorprendido. Sin tiempo de decir gracias, volví mi vista a la salida de emergencia.

      Pude ver a la mujer. Se miraba impactada. A su lado, un niño pequeño me miraba sorprendido con sus grandes ojos. No era mi mamá. Mientras miraba fijamente la cara de la mujer, me quedé sin palabras, parado sobre las escaleras.

      No recuerdo qué dije para salir de esa situación. Tampoco le pregunté a Jimin cómo había llegado ahí. Mi cabeza se sentía demasiado abrumada como para querer saber los detalles. Esa mujer no era mi madre. No estaba seguro si ya lo sabía desde el inicio o no. Han pasado más de 10 años desde que fui abandonado en el parque de diversiones. Mamá también tendrá que haber envejecido, y tendría que verse diferente a como la recuerdo. Incluso si me encontrara con ella, no la reconocería. No, ahora apenas recuerdo su rostro.

      Me di la vuelta y Jimin estaba siguiéndome sin decir palabra alguna. Jimin me contó que después de que nos separamos en el hospital, cuando íbamos a preparatoria, se ha quedado ahí desde entonces. Cuando le pregunté si se quería ir, no supo qué contestar. Quizá, Jimin era como yo, atrapado en los recuerdos, incapaz de olvidarlos o atraparlos. Encaré a Jimin y di otro paso.

      “Jimin. Salgamos de aquí.”



      Abrí los ojos y Hoseok estaba de pie frente a mí. El techo que me era familiar me encaraba desde arriba con una conocida oscuridad. Cuando me levanté sorprendido, puso su dedo índice en su boca. Todos alrededor estaban dormidos, y la habitación estaba en silencio. Inmediatamente, hyung me pasó una camiseta. Luego, gesticuló en dirección a la salida del hospital con su barbilla.

      “Vinimos todos juntos.” Dijo que Namjoon estaba vigilando, y Yoongi estaba distrayendo a una enfermera para ganar tiempo. Poco después, nos encontraríamos con Jungkook y Taehyung en el elevador. Al inicio, no podía comprender de qué estaban hablando. Estaba desconcertado, y él me extendió su mano.

      Era el día que dejé el hospital. Había soñado con ese día. Quería salir del hospital; pasar tiempo con mis amigos, reír, y conversar juntos como solíamos hacerlo. Pero ahora, no estaba seguro. No sabía si salir en realidad era una buena opción. Mis padres me trataban como si no me estuvieran escondiendo aquí. La gente que susurraba a mis espaldas sobre que tengo una enfermedad mental. Tal vez Hoseok también piensa lo mismo. Tal vez también piensa, en lo más profundo de sí, que soy un chico raro, o que es incómodo pasar tiempo conmigo.

      “Apúrate, no tenemos tiempo”. Tal vez es por qué me mete prisa, pero podía escuchar el tic tac del reloj avanzando extrañamente rápido. El sonido de pisadas, como una alucinación auditiva, se acercaba a la habitación del hospital con cada tic. Después de ver la puerta, hyung y yo nos miramos al mismo tiempo. La mano de hyung seguía frente a mí.



      No podía percibir nada más que el golpeteo de la música en mi cabeza. Cuánto bebí, qué lugar era, que estaba haciendo. No quería saberlo, y tampoco era importante. Era de noche cuando me tambaleé en la calle. Me balanceé y caminé. No importa si fuera un peatón, un anuncio, una pared, choqué con ellos sin tener cuidado. No me importaba. Tan solo quería olvidarlo todo.

      Aun así la voz de Jimin resaltó. “Hyung. Jungkook…” Lo siguiente que recuerdo es que subí las escaleras del hospital como loco. El pasillo del hospital era extrañamente largo y oscuro. Personas usando batas de paciente pasaban de largo. Mi corazón latía rápidamente. Los rostros de los demás eran pálidos y sin expresión. Todos parecían muertos. El sonido de mi corazón desfallece en mi cabeza.

      A través de la puerta ligeramente abierta, Jungkook estaba recostado. Sin que me diera cuenta, mi cabeza volteó bruscamente. No podía verlo. En ese momento, vino a mí repentinamente el sonido de un piano, fuego, de un edificio colapsado. Cubrí mi cabeza y caí al suelo. “Es tu culpa.” Ellos decían, “Si tan solo no hubiera sido por ti.” La voz de mi madre, no mi voz, no, la voz de alguien. Esas palabras me atormentaron varias veces. Quería creer que no era así. Pero Jungkook estaba ahí acostado. Por el corredor pasaban pacientes con sus rostros pálidos como si fueran muertos viniendo de aquí y allá, Jungkook estaba postrado ahí. Definitivamente no podía entrar ahí. No podía confirmarlo. Mientras me ponía de pie, mis piernas flaquearon. Salí de ahí, pero las lágrimas cayeron. Era casi de risa. No podía recordar la última vez que lloré.

      Mientras cruzaba por el cruce de peatones, alguien tomó mi brazo y me hizo girar bruscamente. ¿Quién era? No, no me importa. No importa quien fuera, da igual. No te me acerques. Vete. Por favor, déjame solo. No quiero lastimarte. Tampoco quiero ser lastimado. Así que por favor, no te acerques a mí.



      Salí a esperar en el pasillo durante los primeros auxilios. Aunque ya era de noche, había bastantes personas en el corredor del hospital. El agua caía de mi cabello empapado de agua de lluvia y sudor. Mientras peinaba mi cabello con mi mano, dejé caer su bolso. Varias cosas cayeron de él. Unas monedas rodaron, una pluma y una toalla que estaban regadas en el piso. En medio de todo eso había un boleto de avión. Mientras lo recogía, le di un vistazo.

      Entonces, el doctor llamó mi nombre. Dijo que se trataba de una contusión menor, nada de qué preocuparse, y que pronto podría salir. “¿Estás bien?” Dijo que tenía un ligero dolor de cabeza e intentó tomar su bolso. Cuando observé el boleto que se asomaba por el bolso, me miró a la cara. Fingí que no vi nada mientras cambiaba el bolso a mi otro hombro y la apuraba para que nos fuéramos. Cuando salimos de la puerta principal, aún seguía lloviendo. Nos mantuvimos lado a lado en la puerta.

      “Hoseok,” dijo ella. Lucía como si tuviera algo que quisiera decir. “Espera un momento, iré a comprar un paraguas.” Corrí bajo la lluvia sin fijarme. Cerca había una tienda de conveniencia. Sabía que ella había ingresado a una audición de baile para un equipo en el extranjero hace un tiempo. El billete de avión significaba que logró quedar. No quería escuchar lo que tuviera por decir. No tenía la confianza como para felicitarla.



      Infiltré una flor en el hospital desde una de los maceteros del lugar. Mantenía mi cabeza baja debido a que constantemente una sonrisa se colaba por mi rostro. Los últimos rayos de luz de mitad de verano se desvanecen. Golpeé la puerta de la habitación, pero no hubo respuesta. Di otro golpe y comencé a abrir lentamente. La habitación estaba un poco fría, y dentro no había nadie. Lo único que había era silencio y oscuridad.

      Me di la vuelta y salí de la habitación. Me sentía cansado y enfermo mientras empujaba la silla de ruedas por el corredor donde la conocí. Tras una repentina aparición, apenas pude detenerme; ahí estaba una chica con su cabello recogido. Después de darme de alta, pude notar esa banca. Recuerdo que nos sentábamos juntos en ella y escuchábamos música y dibujábamos. Y en ese techo, tomamos licuado de leche de fresa. Las flores aún seguían en mi mano, pero ahora no había nadie a quien dárselas.



      La mamá de Jimin cruzó la sala de emergencias. Revisando el nombre de las cabecillas de las camas y la etiqueta en los sueros intravenosos, uno a uno, logró encontrar a Jimin. Un poco dudoso, me acerqué para hablar sobre porque habían traído a Jimin a la sala de emergencias y de cómo había tenido un ataque epiléptico en la parada de autobús. Como si acabara de darse cuenta de mi existencia, la madre de Jimin me observó por un momento como si tratara de adivinar algo. La saludé, sin saber qué más hacer. La madre de Jimin me agradeció y luego se dio la vuelta.

      Ella me dio la cara una vez más cuando los doctores y enfermeros comenzaron a mover la cama e intenté seguirles. Mientras daba las gracias de nuevo, la señora me pasó de largo golpeando mi hombro. Más que un golpe, un ligero toque con su mano sería una descripción más adecuada. De pronto, se dibujó una línea entre la madre de Jimin y yo, que no podía percibir. Era una línea clara y firme. Era fría y sólida. Era una línea que nunca podría cruzar. Había vivido por más de diez años en el orfanato, así que pude percibirlo con todo mi cuerpo, con mis ojos, en el aire. En la confusión del momento, caí al piso mientras retrocedía. La madre de Jimin me dedicó una mirada sin expresión. Era pequeña y muy linda, pero su sombra lucía fría y enorme. Fui cubierto por esa sombra en el piso de la sala de emergencias. Cuando levanté mi cabeza, Jimin ya había sido sacado de la sala de emergencias y no pude verlo. Tras ese día, Jimin no regresó a la escuela.



      Ya llevaba varios días hospitalizado por lo que dejé de contarlos. Eso es algo que haces cuando quieres salir de ahí o tienes esperanzas de que te irás. Considerando los árboles y el pasto que observaba a lo lejos por la ventana y por la ropa de las personas, no parecía que hubiera pasado mucho tiempo todavía. A lo mucho, poco más de un mes. A veces, también veía personas con sus uniformes escolares, pero ahora, ni siquiera eso se sentía tan especial. Tal vez era por la medicina, pero todo se sentía aburrido y tenue. Aun así, hoy era un día especial. Si tuviera un diario, sería un día sobre el que tendría que escribir sí o sí. Sin embargo, no escribo en un diario, y no quiero causar problemas por escribir sobre eso. Hoy mentí por primera vez. Mientras miraba al doctor a los ojos, fingí estar melancólico y dije: “No recuerdo nada."



      Un delgado rayo de luz cayó sobre el escritorio. Era luz que finalmente provenía a través de la ventana con el nombre de la escuela escrito en ella. Frente al aula, el profesor hablaba a través del micrófono, pero apenas lo escuchaba. Me senté en la fila más lejana con la cabeza abajo, tratando de encontrar alguna forma de atrapar la luz que se deslizaba por mis dedos.

      Salir del hospital no resolvió nada. En su lugar, sentí que di varios pasos atrás de donde había comenzado. La razón por la que me interesé en la academia privada fue por mi mamá preguntándome, “Sin siquiera un diploma de bachillerato, ¿Qué puedes hacer? ¿Vas a siquiera conseguir tu GED*?”, sus palabras me presionaron. No tenía una respuesta. No había nada que quisiera hacer ahora, y nada que pudiera hacer.

      Mientras me dirigía a la academia, mi corazón se sentía apretado. Era una carga el volver a estudiar, pero más que nada tenía miedo de estar entre personas poco familiares. Si alguien se daba cuenta de lo mío, ¿Qué debería hacer? ¿Qué debería decir si me preguntaban por qué no me gradué del bachillerato? Con miedo, recordé los momentos en la escuela que habían sido lanzados a un rincón de mi memoria.

      (*T/N: GED se trata de un examen de equivalencia del bachillerato. Los aplicantes toman este examen para probar que sus conocimientos y habilidades son similares a un egresado de nivel bachillerato. Se le considera como una opción alterna a un diploma de finalización de estudios de nivel medio superior.)



      Cuando me di la vuelta, el hospital ya estaba bastante lejos. Las flores quedaron atrás, la banca y la ventana por los que veía el río junto a ella ya no eran visibles. Mirando atrás, ella me daba un respiro en ese congestionado hospital. Cuando nos juntábamos en esa banca del hospital para hablar de esto y aquello durante las tardes, el sol se escondía muy rápido. Le conté sobre las veces que jugábamos en nuestro escondite, sobre el viaje a la playa, e incluso sobre la caminata a la estación de trenes. Ella habló sobre cada rincón y grieta que había en el hospital. No había nada que ella no supiera sobre ese lugar; desde la ventana por la que podías observar el río, hasta las escaleras secretas que llevaban al techo.

      Su habitación en el hospital estaba vacía. Aun si fue dada de alta o cambiada de habitación, no pude averiguar nada preguntándoles a las enfermeras. Por alguna razón, una parte de mi corazón se sentía vacío. Me di la vuelta y seguí caminando. Pude notar la escuela a la distancia. Piénsalo un momento, la mayoría de las historias que le conté fueron sobre los hyungs, y casi todas mis oraciones las comenzaban con “los hyungs.” Para mí que siempre estuve solo, se convirtieron en amigos, familia y guías. Todas mis historias quedaban dentro de sus historias, y yo solo existía en las conexiones que teníamos.

      Sin embargo, en algún momento, tuve esos pensamientos. Tal vez llegará el día en que ya no estén a mi lado. Un día los buscaré, pero ellos ya no estarán ahí y no sabré el porqué. No, más grave aún, no sé si pasaría algo más severo.

      Recordé esa noche. La noche en que el cielo estaba iluminado por esa gran luna, el mundo al revés, la luz de los faros llegando a mi visión que había sido puesta de cabeza, la forma del auto que pasó de largo y desapareció, la luz roja de las luces traseras, el sonido del motor que por alguna razón se había vuelto familiar. No quería hacer especulaciones sin sentido, sin embargo, ese momento regresaba a mi mente constantemente.



      La casa de Hoseok estaba a mucha altitud. Al caminar durante un rato por la avenida principal y atravesar un callejón estrecho, encontrabas su casa en el último piso de la última casa. Mientras entrabamos a su hogar, que consistía en una habitación, se jactaba de que ese era el pico más alto de la ciudad, y que los lugares donde pasamos nuestra infancia y adolescencia estaban bajo nuestros pies. Como él mismo dijo, desde el tejado podías ver muchas cosas. No muy lejos ahí, se podía visualizar una estación de tren, al igual que los contenedores que se extendían por la extensión de los rieles. En uno de esos vivía Namjoon. Y si cambiabas un poco tu punto de vista, podías ver la escuela a la que asistíamos todos juntos.

      Mientras volteaba mi cabeza para observar la escuela, miré la otra punta de la ciudad. Seguido del pie de las montañas, se alineaba un gran complejo de apartamentos. Ese lugar era nuestra casa, no, la casa de mis padres. Huí del hospital sin decir nada. Probablemente contactaron a mis padres. Tal vez me estaban buscando en ese momento. Aún no tenía el coraje para enfrentar a mis padres. Salí del hospital, pero no pude ir a casa. Aun así, nunca quise regresar al hospital, pero no tenía a donde ir, y tampoco tenía un centavo. Hyung, quien estaba vacilante, me dijo que lo siguiera, y él nos guió todo el camino. Así es como terminamos en este lugar, la casa de Hoseok.

      Levantando mi vista, observé nuevamente el complejo de apartamentos. Algún día tendré que ir ahí. Tendré que encontrarme con mis padres y decirles que no pienso regresar al hospital de nuevo. Inhalé profundamente. De tan solo pensarlo, me hizo sentir que tendría una convulsión. En realidad, no creía poder soportar estar en otro lugar que no fuera el hospital. Me podrían llevar de nuevo a ese lugar. Estaba tan asustado de no poder soportarlo.



      Al final tuve que ir al Arboreto de Flores. Tenía que dejar de mentir sobre no poder recordar lo que sucedió ahí. Esconderme en el hospital, tener ataques, necesitaba detener todo. Para lograrlo, tenía que ir a ese lugar. Con ello en mente, me dirigí a la parada de autobús varios días. Pero no me atrevía a subir el autobús con camino al Arboreto de Flores.

      No fue sino hasta hoy, después de intentarlo por tres veces que Yoongi se dejó caer a mi lado. Cuando le pregunté qué estaba haciendo, dijo que no tenía nada que hacer y que estaba aburrido. Luego me preguntó qué hacía sentado ahí. Cabizbajo, pateé la punta de mis zapatos en el suelo. Me pregunté qué hacía sentado ahí. Era porque no tenía valor. Quería fingir que ya estaba bien, fingir que sabía algo, pretender que podía superar esto, pero en realidad tenía miedo. Tenía miedo de lo que encontraría, miedo sobre si podría soportarlo, y miedo a tener un ataque.

      Yoongi se veía despreocupado. Como si no fuera nada, continúo con una inútil charla sobre si el clima era bueno. Tras escuchar esa plática, me di cuenta que el clima realmente era bueno. Estaba tan nervioso que no hubo lugar en mí para observar alrededor. El cielo era realmente azul. En algunos momentos también soplaba un cálido viento. El autobús se detuvo y las puertas se abrieron. El chofer me observó. Pregunté de forma impulsiva.

      “Hyung, ¿me acompañas?”



      Cuando entré por el callejón, vi muebles y artículos del hogar amontonados en la calle. “Namjoon, ¿qué está pasando con todas esas cosas de ahí?” preguntó mi padre, respirando con dificultad. Estábamos volviendo del hospital. Estaba apenas a unos 100 metros de la parada del autobús hacia nuestra casa, pero a mi padre le costó incluso hasta eso. Corrí hacia nuestra casa. Mi madre estaba agachada contra la pared, detrás de la pila de los artículos del hogar, y cuando me vio, se enderezó. “Namjoon, ¿qué debemos hacer?”. Dijo que tuvo que pelear con el hijo del propietario, quien vino a cobrar el alquiler que mi hermano menor no pagó.

      Llevé a mi padre al almacén detrás del supermercado del vecindario. Mientras movía los muebles, mi madre limpió los platos y los artículos de comida. Pronto, el almacén estaba lleno de cosas de nuestro apartamento de dos habitaciones. Había cosas que quería tirar pero, para hacer eso, necesitábamos dinero. Cuando estuvo todo hecho, ya era de noche. Me dolía la espalda y estaba sudando. Mi madre me dio palillos, diciéndome que al menos comiera un poco, pero no pude forzarme a hacerlo.

      El almacén estaba lleno, así que salí para sentarme en los bancos de madera junto al supermercado. Mi madre preguntó: “Namjoon, ¿dónde ha ido Namhyun?” Le grité: “¿Cómo se supone que debo que saberlo?” Namjoon. Namjoon. Namjoon. Estaba cansado de eso. Me arrepentí de decirle a mi hermano que viviera sin desanimarse. Incluso si podíamos resistir unos días en el almacén, ¿qué debíamos hacer después de eso? No podía pensar en nada. El dueño del supermercado dejó una lata de cerveza y regresó adentro.



      Volví a mi consciencia y me encontré caminando sobre el puente. Los rayos del sol eran deslumbrantes y era difícil abrir mis ojos correctamente. “¿Por qué vine hasta aquí?” pensé, y por el mareo mi visión era borrosa. Noté que mis rodillas se estaban rindiendo, y los ruidos de los claxon de los autos que pasaban por el puente golpeaban mis oídos. De un lado, miré las profundas aguas oscuras del río Yangji.

      La tía del orfanato fue la primera persona en que yo, como un niño que había perdido a su madre, pude contar. El amanecer en el que desperté con calentura, cuando mi litera que se encontraba vacía después de que un amigo fue tomado en adopción, las veces que terminé en el hospital tras un ataque epiléptico de narcolepsia, mi ceremonia de ingreso a la primaria, hasta mi graduación de la escuela media, mi tía estuvo a mi lado.

      Ella enfermó. La voz familiar de esa llamada era un amigo más joven del orfanato. No recuerdo cómo logré llegar hasta su casa. Todo lo que recuerdo es su casa y el rostro que vi por la ventana. Soltó una risa mientras hablaba con alguien. Toda la charla sobre estar enfermo, necesitar cirugía, y ya no tener esperanza suena a mentiras. Cuando estuvimos a punto de hacer contacto visual, apenas logré esconderme. Pensé que comenzaría a llorar si veía su cara. Pensé que soltaría palabras de despecho y preguntaría si incluso ella me estaba abandonando. Comencé a caminar. Creí que alguien me habló, pero no mire atrás.

      Un camión grande pasó a mi lado levantando una ráfaga de viento. “Mamá.” Murmuré mientras observaba al autobús alejándose. El día que me separé de mamá también me subí a uno de esos autobuses. ¿Mi tía me abandonaría como lo hizo mi mamá? ¿Sería privado una vez más de una persona increíble? Levanté mi cabeza y los rayos del sol cayeron sobre mí. Entonces, mi mundo comenzó a colapsar. El sonido de las llantas golpeando el asfalto y el viento soplando a lo largo del río, varios recuerdos que tenía junto a mi tía se deshicieron en los rayos del sol. Me desplomé al suelo.

      (T/N: La palabra “tía” en esta nota no se refiere a una tía de sangre literalmente, en lugar de eso, se usa para referirse a la mujer que trabajaba en el orfanato. De pequeño, es un título por el que se podía llamar a una mujer mayor que actuaba como tutor o cuidador.)



      Llegué a las cercanías del contenedor un poco antes de lo acordado. Es el lugar donde celebraríamos el alta de Jungkook del hospital, pero eso no era todo. Había algo que quería contarle a Seokjin. Pensé que tenía cosas importantes que decirle a él, pero también sentí que no le gustaría. En lugar de entrar al contenedor, caminé un poco, siguiendo el camino de las vías del tren. Un tren pasó, y el viento sopló violentamente. La plataforma se llenó de personas y luego volvió a quedar vacía. Mientras tanto, el tiempo en que habíamos acordado vernos llegó. Me di la vuelta y respiré profundo.

      No había nadie dentro del contenedor. Lo único que sentí fue el aire caliente de verano que salió como si hubiera estado esperando a ser liberado. Aunque iba 10 minutos tarde, fui el primero en llegar. ¿Dónde estaban todos? ¿Habrá surgido algo de pronto? ¿Estaban en camino? Prendí el ventilador eléctrico y eché un vistazo al interior. No había visto a Namjoon en un largo tiempo, y su tranquilo y calmado contenedor no le quedaba a la palabra “fiesta.” Encontré un pedazo de papel sobre un escritorio y con una pluma escribí “Felicidades por el alta, Jungkook” letra por letra, en grande, y lo pegué sobre una pared del contenedor. Eso no hizo que el sentimiento lamentable se fuera, pero era mejor eso a nada.

      Pasaron otros diez minutos después de que revisé la sala de chat para asegurarme de que los demás venían. El contenedor vibraba cuando pasaban trenes fuera de la puerta abierta. Observando el descomunal mundo, recordé el momento en que abrí la puerta del hospital para huir. ¿Hubiera sido capaz de abrir la puerta y salir si no fuera por Taehyung, Jungkook y los hyungs? Solo porque existe una puerta abierta, no significa que todos puedan salir por ella. ¿Tal vez Seokjin también está atrapado en algún lugar así? ¿No estará esperando a que alguien toque la puerta? No estaba seguro de nada. Tampoco sabía si realmente sería de ayuda. Pero las piezas que encontramos después de desmoronarnos se convirtieron en pequeñas pistas…cuando mis pensamientos alcanzaron ese punto, la puerta del contenedor se abrió repentinamente. Luego, Yoongi entró.



      Desbloqueé mi celular cuando observé la notificación de la conversación. En un momento, se había puesto oscuro fuera de mi ventana. No era fácil recolectar la música que había garabateado hasta este punto. Comencé a recolectar y clasificar las que habían sobrevivido el proceso de forma aleatoria, así como las melodías dentro de mi memoria. Para mi sorpresa, la mayoría habían sido creadas en el salón de almacenamiento de la escuela. Mirando atrás, no creo que haya trabajado mucho en mi música en ese entonces. El yo de ese tiempo, no, el yo de cualquier periodo de tiempo siempre ha intentado huir de la música.

      Abrí el grupo de chat y en él habían varias conversaciones. Sorpresivamente, quien creó la sala de chat fue Jimin, y la conversación había empezado en el medio de un tema del que ya estaban hablando antes de que me uniera. Taehyung le preguntó a todos, “¿Saben lo que es el mapa del alma?” Hoseok contestó un poco después de eso: “¿Qué es eso?” Taehyung respondió: “Hyung, si supiera que es, ¿hubiera preguntado?” “Claro. Me refiero a, ¿de que estas hablando?” Tras eso, la conversación siguió por un rato, Jimin explicó la historia completa. Mientras iba al hospital, se había cruzado con Seokjin de casualidad. Seokjin dijo que buscaba algo llamado el mapa del alma.

      Rato después, Namjoon apareció. “Seokjin también me preguntó si sabía que era el “mapa del alma”, en ese momento él dijo esto ‘El mapa del alma es la forma de terminar con todo esto’.” La conversación se detuvo por un rato. Quizá todos se quedaron pensando sobre eso. ¿Qué es lo que dice Seokjin que debe terminar? Todos trataban de adivinar que traía Seokjin entre manos. ¿Acaso Seokjin se pondría mejor tras descubrir el mapa del alma? ¿Qué rayos era eso, y cómo podía encontrarse?”

      Después de un rato, la conversación continuó así. “¿No invitaste a Jungkook a este grupo?”. “Pensé en ello, pero Jungkook sigue lastimado ¿no?” Contestó Jimin. Jimin sonaba dudoso, como si no estuviera seguro. De pronto, me pregunté qué hacía Jimin en el hospital. ¿Qué se sentía visitar un hospital después de haber pasado tanto tiempo encerrado ahí? Volví a abrir el grupo de chat que ya había cerrado. “Bien, hiciste bien. Dejemos a Jungkook descansar un poco más.”



      Cuando regresé a la realidad, estaba en la parada de autobús. Observé cuanto había caminado, pero ya no podía divisar el hospital. Esperé el autobús y me subí en él cuando finalmente llegó. El autobús se dirigía a aquel lugar. No era nada planeado, pero tal vez en mi corazón, lo sabía. Tenía que regresar a ese lugar de nuevo, tenía que confirmar el significado de lo que había sucedido. Mientras observaba el clima veraniego que viajaba fuera de la ventana, reflexioné sobre ellos. ¿Puedo confiar en los hyungs?

      El autobús se fue en cuanto me bajé de él. Dejó tras de sí una nube de polvo. Lentamente caminé hacia el lugar del accidente y recordé esa noche. La imagen de una gran luna descansando sobre el cielo, el mundo de cabeza, la luz de los faros que llego a mi visión al revés, la imagen del auto que pasó de largo y desapareció, y la luz roja de las luces traseras. El sonido del motor que de algún modo me era familiar.

      Me recosté sobre el asfalto justo como ese día. Volteé mi cabeza y observé el cielo. El día estaba oscureciendo, pero no podía ver la luna. Era una calle tranquila, pero si un carro viniera, si no se diera cuenta de que estoy aquí, podría ocurrir otro accidente. Mientras pensaba en ello, me pregunté a mi mismo otra vez. “Si no puedo confiar en los hyungs, ¿entonces en quién?”