SITIO DEL ACCIDENTE AUTOMOVILÍSTICO
UBICACIÓN FÍSICA
MENCIÓN SIGNIFICATIVA DE LA UBICACIÓN
MENCIÓN DE LA UBICACIÓN

    Cuando regresé a la realidad, estaba en la parada de autobús. Observé cuanto había caminado, pero ya no podía divisar el hospital. Esperé el autobús y me subí en él cuando finalmente llegó. El autobús se dirigía a aquel lugar. No era nada planeado, pero tal vez en mi corazón, lo sabía. Tenía que regresar a ese lugar de nuevo, tenía que confirmar el significado de lo que había sucedido. Mientras observaba el clima veraniego que viajaba fuera de la ventana, reflexioné sobre ellos. ¿Puedo confiar en los hyungs?

    El autobús se fue en cuanto me bajé de él. Dejó tras de sí una nube de polvo. Lentamente caminé hacia el lugar del accidente y recordé esa noche. La imagen de una gran luna descansando sobre el cielo, el mundo de cabeza, la luz de los faros que llego a mi visión al revés, la imagen del auto que pasó de largo y desapareció, y la luz roja de las luces traseras. El sonido del motor que de algún modo me era familiar.

    Me recosté sobre el asfalto justo como ese día. Volteé mi cabeza y observé el cielo. El día estaba oscureciendo, pero no podía ver la luna. Era una calle tranquila, pero si un carro viniera, si no se diera cuenta de que estoy aquí, podría ocurrir otro accidente. Mientras pensaba en ello, me pregunté a mi mismo otra vez. “Si no puedo confiar en los hyungs, ¿entonces en quién?”



    Sentí que mi cuerpo estaba en el aire, pero de pronto ya estaba sobre el duro suelo de nuevo. Por un momento, no pude sentir nada. Mi cuerpo entero se sentía tan pesado que no me permitía abrir mis ojos. Tampoco podía tragar o respirar. Mientras perdía la consciencia, mis alrededores comenzaron a desvanecerse poco a poco.

    Entonces, mi cuerpo entero convulsionó ante el shock. Sin darme cuenta, abrí mis ojos debido a la dolorosa incertidumbre y la sed. Algo brilló en mi campo de visión, volviéndose tan incómodo como si se tratara de arena. Pensé que era una luz, pero no. Era brillante, largo e indistinto. No se movía, y flotaba en el aire. Tras intentarlo por un rato, poco a poco comenzó a tomar forma. Era la luna.

    Como si mi cabeza estuviera al revés, el mundo estaba de cabeza. En ese mundo, la luna colgaba al revés. Intenté toser y respirar, pero no podía moverme. Entonces sentí un escalofrío. Tenía miedo. Moví mi boca, pero ninguna palabra salió de ella. Sin cerrar mis ojos, todo comenzó a oscurecer de a poco. En mi lejana consciencia, alguien decía algo.

    “Aunque vivir es mucho más doloroso que morir, ¿aun así quieres vivir?”



    Soñé. En mi sueño, flotaba sobre mi cama de hospital, mirando a un yo diferente yaciendo ahí. El yo sobre la cama estaba durmiendo. Mi yo acostado movía frenéticamente sus párpados, como si estuviera soñando, luego sin previo aviso, mis ojos se abrieron de golpe. En ese momento, nuestras miradas se cruzaron.

    Al momento siguiente, estaba recostado en la cama. Soñé sobre la noche del accidente. Las luces del automóvil se convirtieron en la luna, luego, cambiaron como gotas de luces verdes y rojas. Cuando abrí mis ojos, un yo diferente flotaba en el aire. Mi mirada se encontró con la de mi yo en el aire. Nuestras miradas se intersectaron y nuestras conciencias dieron reversa. Era el yo de la cama y el yo en el aire, repitiéndose y repitiéndose. La velocidad de la intersección y la reversa comenzaron a volverse más rápidas. Me puse mareado y nauseabundo.

    Me desperté con un grito. Mis sábanas estaban empapadas en sudor. Mi respiración se volvió corta y sentí como si fuera a vomitar. De pronto, algo que había olvidado regresó a mi mente. La voz de alguien. Vivir será más doloroso que morir. ¿Está bien? Mi madre llamó al doctor para que revisara mi condición. El doctor dijo que como me estaba recuperando rápidamente, no había necesidad de preocuparse. Tenía moretones y fracturas, pero casi no hubo sangrado. Me dijo que había sido muy afortunado en el accidente.

    Miré al doctor y le pregunté, “¿Quién fue el que me atropelló?”



    Cuando me di la vuelta, el hospital ya estaba bastante lejos. Las flores quedaron atrás, la banca y la ventana por los que veía el río junto a ella ya no eran visibles. Mirando atrás, ella me daba un respiro en ese congestionado hospital. Cuando nos juntábamos en esa banca del hospital para hablar de esto y aquello durante las tardes, el sol se escondía muy rápido. Le conté sobre las veces que jugábamos en nuestro escondite, sobre el viaje a la playa, e incluso sobre la caminata a la estación de trenes. Ella habló sobre cada rincón y grieta que había en el hospital. No había nada que ella no supiera sobre ese lugar; desde la ventana por la que podías observar el río, hasta las escaleras secretas que llevaban al techo.

    Su habitación en el hospital estaba vacía. Aun si fue dada de alta o cambiada de habitación, no pude averiguar nada preguntándoles a las enfermeras. Por alguna razón, una parte de mi corazón se sentía vacío. Me di la vuelta y seguí caminando. Pude notar la escuela a la distancia. Piénsalo un momento, la mayoría de las historias que le conté fueron sobre los hyungs, y casi todas mis oraciones las comenzaban con “los hyungs.” Para mí que siempre estuve solo, se convirtieron en amigos, familia y guías. Todas mis historias quedaban dentro de sus historias, y yo solo existía en las conexiones que teníamos.

    Sin embargo, en algún momento, tuve esos pensamientos. Tal vez llegará el día en que ya no estén a mi lado. Un día los buscaré, pero ellos ya no estarán ahí y no sabré el porqué. No, más grave aún, no sé si pasaría algo más severo.

    Recordé esa noche. La noche en que el cielo estaba iluminado por esa gran luna, el mundo al revés, la luz de los faros llegando a mi visión que había sido puesta de cabeza, la forma del auto que pasó de largo y desapareció, la luz roja de las luces traseras, el sonido del motor que por alguna razón se había vuelto familiar. No quería hacer especulaciones sin sentido, sin embargo, ese momento regresaba a mi mente constantemente.