TIENDA DE CONVENIENCIA
UBICACIÓN FÍSICA
MENCIÓN SIGNIFICATIVA DE LA UBICACIÓN
MENCIÓN DE LA UBICACIÓN
TIENDA DE CONVENIENCIA
UBICACIÓN FÍSICA
MENCIÓN SIGNIFICATIVA DE LA UBICACIÓN
MENCIÓN DE LA UBICACIÓN

  • ¡Tienda de conveniencia puede encontrarse en el libro de letras gráficas de You Never Walk Alone!

    • Maté el tiempo dando vueltas, deambulando en la tienda de conveniencia. A veces, solía saltarme clases, saltando la pared de la parte de atrás de la escuela secundaria de Song Ju. Algunas veces esperaría a los hyungs en el parque que se encuentra cruzando la calle desde la tienda de conveniencia. Mire a mí alrededor. Ya había pasado un tiempo desde que visité este vecindario, pero no ha cambiado mucho. Recuerdo que la casa/las casas* de Yoongi hyung y Jungkook estaban por esta área. Mientras observaba mi entorno, vi algo que parecía un grafiti dentro de las paredes de los callejones a mi derecha. Lucía como el trabajo de Taehyung. Caminé en esa dirección.

      Inconscientemente, me detuve frente a los dibujos. Se trataba de la cara de alguien garabateada en toscas líneas negras con ninguna pista de calidez. Dije “alguien”, pero sabía de quién era ese rostro. Era el de Seokjin hyung. Tan pronto como pensé en hyung, la cara de alguien parecía sobreponerse sobre la otra. Era un rostro completamente diferente, pero ambas caras lucían idénticas. Tenían los mismos ojos. Ojos desalmados. Solo ahí me di cuenta de a quien tenía que encontrar.

      (*T/N: La traducción en inglés especifica que no le es clara esa parte del texto, pues no sabe si se refiere a si ambos Jungkook y Yoongi vivían en la misma casa, o cada quien en su respectiva casa en esa área. La traductora al inglés decidió mantener ambigüedad, así que decidí respetar eso y dejarlo de la misma manera)



      Comencé a dar pasos más lentos a propósito y me concentré en escuchar los pequeños pasos que corrían tras de mí. Hoy era la tercera vez que me los topaba en la tienda de conveniencia. Si había algo diferente hoy, eran esos pasos huyendo tan pronto como me veían. Luego, se detuvieron en un pequeño terreno vacío detrás de la tienda de conveniencia, cuando me aparecí por ahí, volvieron a esconderse. Parecía que se habían escondido bien, pero su sombra se proyectaba sobre el piso del terreno baldío. Me reí. Cuando caminé más, fingiendo no verlo, comenzaron a seguirme.

      Entré por un estrecho callejón. Ese era el único lugar en el vecindario donde los faros de luz de las calles no estaban rotos. El callejón era largo, y la luz mercurial estaba ubicada hasta la mitad del camino. Cuando una fuente de luz está frente a ti, las sombras se proyectan detrás de ti. Ahora mi sombra se proyectaba muy por detrás de mí. Tal vez podría alcanzar los pies de la persona que me seguía mientras sostenía su respiración. Una vez que llegué al pie del poste de luz, mi sombra desapareció debajo de mí. Comencé a caminar con más prisa. Mientras rebasaba la luz de la calle, mi sombra comenzó a rebasar mi cuerpo. No mucho después, una sombra que no era la mía apareció sobre el camino cimentado. Cuando dejé de caminar, la otra persona se detuvo también. Las sombras de diferente tamaño se mantuvieron lado a lado.

      “Voy a esperar hasta que llegues aquí,” La sombra se sobresaltó por la sorpresa. Mantuvieron su aliento como si no estuvieran ahí. “Puedo verlo todo.” Y apunté a la sombra. Poco después, el sonido de pasos deliberados comenzó a acercarse. Me reí.



      Sentí un dolor desgarrador en uno de mis costados. Estaba chorreando de sudor. Las vías del tren, el terreno baldío detrás de la tienda de conveniencia, bajo el desnivel, no importa donde, ella no estaba ahí. Corrí hasta la parada de autobús, pero como era de esperar, no estaba ahí. Las personas en la parada me miraron extrañado, ¿Qué había pasado? No teníamos planeado vernos, pero fue extraño. Siempre aparecía de forma extraña y de la nada y me seguía. Incluso si decía que era molestia, eso no era bueno. Pero incluso a los lugares que íbamos juntos, ella no estaba ahí.

      Mientras me acercaba a esa familiar pared, detuve mi paso. Era el grafiti que hicimos juntos. También fue de la primera vez que dibujó. Había una gran equis dibujada encima. Era ella. No lo vi, pero lo sabía. ¿Por qué? No lo sabía. En lugar de eso, había varias imágenes superpuestas sobre la pared.

      La imagen de ella riéndose de mí porque me acosté sobre las vías del tren y golpeé mi cabeza. El recuerdo de ella ayudándome cuando me caí mientras intentaba ayudarla a huir. Su cara molesta cuando comí el pan que le quité. Su expresión, que se disipaba cuando pasamos por las fotos familiares colgadas sobre el estudio de fotografía. Su mirada, que seguía a los estudiantes que pasaban sin que ella se diera cuenta. Mientras pintábamos esta pared juntos le dije “Cuando se ponga difícil, no te quejes de ello por ti misma. Cuéntame.” La equis estaba marcada sobre todos esos recuerdos. Era como si dijera que no eran reales. Era como si dijera que eran mentiras. Sin darme cuenta, apreté mi mano en un puño. ¿Por qué? Como era de esperarse, no tuve respuesta. Me di la vuelta y caminé. Estaba solo de nuevo. Ambos, ella y yo.



      Salí a esperar en el pasillo durante los primeros auxilios. Aunque ya era de noche, había bastantes personas en el corredor del hospital. El agua caía de mi cabello empapado de agua de lluvia y sudor. Mientras peinaba mi cabello con mi mano, dejé caer su bolso. Varias cosas cayeron de él. Unas monedas rodaron, una pluma y una toalla que estaban regadas en el piso. En medio de todo eso había un boleto de avión. Mientras lo recogía, le di un vistazo.

      Entonces, el doctor llamó mi nombre. Dijo que se trataba de una contusión menor, nada de qué preocuparse, y que pronto podría salir. “¿Estás bien?” Dijo que tenía un ligero dolor de cabeza e intentó tomar su bolso. Cuando observé el boleto que se asomaba por el bolso, me miró a la cara. Fingí que no vi nada mientras cambiaba el bolso a mi otro hombro y la apuraba para que nos fuéramos. Cuando salimos de la puerta principal, aún seguía lloviendo. Nos mantuvimos lado a lado en la puerta.

      “Hoseok,” dijo ella. Lucía como si tuviera algo que quisiera decir. “Espera un momento, iré a comprar un paraguas.” Corrí bajo la lluvia sin fijarme. Cerca había una tienda de conveniencia. Sabía que ella había ingresado a una audición de baile para un equipo en el extranjero hace un tiempo. El billete de avión significaba que logró quedar. No quería escuchar lo que tuviera por decir. No tenía la confianza como para felicitarla.