ESTUDIO JUST DANCE
UBICACIÓN FÍSICA
MENCIÓN SIGNIFICATIVA DE LA UBICACIÓN
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MENCIÓN DE LA UBICACIÓN

  • ¡Estudio Just Dance puede encontrarse en el libro de letras gráficas de Butterfly y por el libro de letras gráficas de Save Me!

    • Jimin y esa chica estaban parados en medio de la sala de prácticas. La tranquilidad que se sintió durante los segundos en que mantuvieron la posición de inicio de la coreografía se sintieron interminables. Cuando la música empezó a sonar desde los altavoces, ambos comenzaron sus movimientos. Era la coreografía que yo mismo había practicado con esa chica no hace mucho. Me senté en el suelo de la sala de prácticas para observarlos.

      Fue difícil enterarme que no podría bailar por un tiempo debido a mi tobillo lastimado. Era frustrante tener que ver bailar a alguien que no fuera yo. Pero me di cuenta mientras ayudaba a Jimin a practicar, y, como consecuencia, observarlo madurar. El problema no era que no pudiera directamente bailar. Si puedo seguir bailando de algún modo, puedo ser feliz.

      Cuando practico con Jimin, no puedo dejar pasar ni un solo error. Casi sin notarlo, Jimin pierde la cuenta o hace los movimientos un poco más pequeños de lo que esperaba. Cada vez que pasa, detengo la música y repaso uno a uno los movimientos. Sin embargo, sentado en el suelo de la sala de prácticas se sintió como si fuera parte de la audiencia mientras los observaba fijamente; el baile de Jimin se sentía diferente. En vez de concentrarme en cada paso por sí solo, pude verlo como un todo. Las cosas que percibía como simples errores cuando practicamos, ahora los notaba diferentes. Esos pequeños errores, más que inexperiencia, se traducen de forma distinta. Él era diferente a mí definitivamente, pero los tiempos y expresiones que tenía Jimin eran totalmente suyos. Solo con eso, Jimin brillaba y conmovía corazones con su baile.

      La música dejó de sonar. El baile de Jimin terminó también. Pude notar el rostro de Jimin brillante de emoción y alegría. A su lado se mantenía aquella chica. En no mucho tiempo, ella se iría al extranjero. De pronto, nuestras miradas se conectaron. Levanté mi pulgar y ella se rió fuertemente. Era extraño. No hay nada de ella que se parezca a mi madre, ni siquiera recuerdo bien su cara, pero, ¿Por qué sentía que se parecía a ella? De pronto, hubo dolor en algún lugar de mi corazón. Mi tobillo aún no estaba completamente bien, por lo que comenzó a doler.



      Hoy, me quedé solo en la sala de prácticas, de nuevo. Era pasada medianoche y el transporte público ya no pasaba. En realidad, había esperado hasta que eso sucediera. Porque entonces, podría usar la sala de prácticas completamente solo. Cuando practicamos juntos, solo me concentro en mis defectos, así que estaba intranquilo. También tenía miedo. Aun así, realmente quería lograrlo, de alguna forma. Así que cada noche me quedaba aquí, solo.

      Con el paso de los días, era interesante como el miedo en mi corazón desaparecía. Lo único que permanecía era el hecho de que bailar era divertido. Continúe por mucho tiempo creyendo que el pequeño, débil y humilde yo que creé en mi cabeza era realmente yo. Mientras bailaba, pensaba continuamente en mi peso, el largo de mis brazos, la velocidad y fuerza que podría tener. El yo que bailaba no era pequeño ni débil. Honestamente, mis habilidades de baile incrementaron tanto como practicaba. Mis movimientos, que al inicio eran confusos, empezaron a conectarse entre sí después de repetirlos varias veces. Estaba creciendo. Crecí tanto cómo lo largo de una uña, pero aun así, estaba creciendo. También me di cuenta que era algo hablador. Cuando bailaba, sentía como si estuviera contando historias que no podía contar, o simplemente no contaba. Cuando comencé a bailar, también comencé a sentir que me gustaba realmente.



      Cuando volví en mí, estaba lavando mi brazo al punto de arrancarme la piel. Mis manos temblaban y mi respiración era pesada. La sangre corría por mi brazo. En el reflejo del espejo se apreciaban mis ojos inyectados de sangre. Lo que sucedió un momento atrás emergía en fragmentos.

      Por un momento, mi concentración se volvió confusa. Estaba bailando con una chica mayor del club de baile, nuestras posiciones se revolvieron y colisionamos entre sí. Salí disparado al duro suelo y la sangre comenzó a brotar de mi brazo. En ese momento, algo ocurrido en el arboreto emergió de mis recuerdos. Pensé que lo había superado. Pero no era el caso. Debería huir. Tenía que quitármelo de encima. Tenía que ignorarlo. En el espejo, seguía siendo el niño de ocho años que corría bajo la lluvia. De pronto lo recordé. La chica también había caído.

      No había nadie en la sala de prácticas. Afuera de la puerta levemente abierta, llovía con fuerza. Observe a Hoseok corriendo. Estaba completamente expuesto a la lluvia. Salí disparado con un paraguas. Corrí. Al final, me detuve.

      No había nada que pudiera hacer. Lo único para lo que servía era para caer y lastimar a los demás, claro, dejaría ir el dolor y los abandonaría. Ya iba muy atrás, sólo podía detenerme. Me di la vuelta y caminé. Con cada paso, el agua de la lluvia salpicaba en mi tenis. Las luces de los carros pasaban de lado. No estaba bien. No, estaba bien. No me había lastimado. Esto no era una herida. Realmente estoy bien.



      Debido a que repentinamente me quedé sin aliento, evité mi mirada de un reflejo. Pensé que era por haber bailado durante un largo tiempo por lo que me quedé sin aliento, pero ese no era el caso. Pensé en que ella se parecía a mi madre. No, no era un pensamiento o reconocimiento, tampoco podía ser explicado o descrito. No podía ver directamente a la cara de mi amiga a quien había conocido por más de 10 años. Aprendimos a bailar juntos, fallamos juntos, nos animamos y desanimamos. Nos recostamos sobre el piso, empapados en sudor, jugamos un poco con las toallas. Como si hubiera sido invadido por un sentimiento desconocido, me levanté rápidamente. Inmediatamente me recargué en la pared tras doblar en la esquina. Intente tranquilizar mi respiración que no parecía detenerse, escuché un “¿A dónde vas Hoseok?” de una voz. No estaba seguro de si era o no una voz. Una voz que me llama “Hoseok.” Ahora algo que no puedo recordar, una voz que me regresa a cuando tenía siete años.



      Finalmente me tumbé al suelo. La música se cortó y de una, mis alrededores fueron silenciados. No podía escuchar nada más allá del sonido de mi respiración y de mi acelerado corazón palpitando. Saqué mi celular y reproduje el video de la coreografía que había aprendido ese día. En el video, se apreciaban los movimientos suaves y precisos de Hoseok. Sabía que eso se debía a mucho tiempo y esfuerzo, el resultado de la práctica, y supe que era codicioso de mi parte. Pero debido a que la comprensión y los deseos son dos cosas diferentes, suspiraba constantemente. Me levanté abruptamente. Imité ese movimiento de nuevo, pero mis pasos seguían fallándome. Seguía equivocándome en la parte que debíamos sincronizarnos y cambiar posiciones. Me propuse continuar al día siguiente, pero quería por lo menos tratar de hacerlo apropiadamente. En lugar de halagos juguetones como “eres bastante bueno,” quería ser reconocido como un igual y serio compañero para Hoseok, alguien que pudiera igualar sus respiraciones.



      Bailé sin despegar mi vista del reflejo que proyectaba en el espejo. Justo ahí, mis pies no llegaban a tocar el suelo, me elevé y me liberé de los ojos y estándares del mundo. Moviendo mi cuerpo al ritmo de la música, nada era más importante, excepto los sentimientos dentro de mí.

      Tenía aproximadamente 12 años la primera vez que bailé. Tal vez fue durante el show de talentos durante un retiro. Fui convencido por mis amigos de la escuela y me paré sobre el escenario. Las cosas que aún recuerdo sobre ese día son los aplausos, los vítores, y la sensación de que estaba siendo mi auténtico yo por primera vez. Aunque, por supuesto, en ese momento lo único que disfruté fue el movimiento de mi cuerpo a la par de la música. Eso fue euforia, y después de un tiempo, me di cuenta que esa euforia no provino de los aplausos, sino que llegó desde dentro de mí.

      El yo fuera de ese espejo está atado a muchas cosas. No puedo levantar mis pies del suelo más allá de un par de segundos, sonrío incluso si no quiero, incluso cuando estoy triste. Incluso cuando tomo ese medicamento que no necesito, me desplomo en cualquier lugar. Así que, cuando bailo, trato de no despegar mi vista de mi reflejo. El momento en el que puedo ser yo realmente. El momento en el que puedo deshacerme del peso sobre mis hombros y volar alto, el momento en el que realmente creo que puedo ser feliz. Intento proteger ese momento.