ORFANATO YANGJI
UBICACIÓN FÍSICA
MENCIÓN SIGNIFICATIVA DE LA UBICACIÓN
MENCIÓN DE LA UBICACIÓN
ORFANATO YANGJI
UBICACIÓN FÍSICA
MENCIÓN SIGNIFICATIVA DE LA UBICACIÓN
MENCIÓN DE LA UBICACIÓN

  • ¡Orfanato Yangji puede encontrarse en el libro de letras gráficas de You Never Walk Alone!

    • “Seokjin hyung, ¿puedes decirle algo a tu padre? Tú sabes, hyung, sabes lo que ese lugar significa para mí. El orfanato es mi hogar, y si ya no está, todos los niños que viven ahí terminarán dispersados por ahí. Si lo que quieren es reconstruir el área, podrían hacerlo sin afectar el orfanato.”

      Las palabras se derramaban desde mí mientras entraba al contenedor. Todos me miraban con asombro. Solamente la expresión de Seokjin hyung permanecía estática. Aunque estaba evitando que las lágrimas salieran de mis ojos mientras hablaba, Seokjin hyung me miraba como si nada.

      “Ya ha sido decidido. No hay nada que pueda hacer.”

      Cada palabra que decía hyung me llegaba lentamente. Para mí estaba claro, la línea que esas palabras dibujaron entre Seokjin hyung y yo. Hyung pertenecía a un mundo de decisiones, y yo era parte del mundo que no podía ni siquiera quejarse de esas decisiones. Había pensado en Seokjin hyung como un amigo, pero ahora, pensé en que tal vez era imposible para mí ser amigo de alguien como hyung en el mundo real.

      Me molesté con él, un poco. Grité, preguntando cómo es que podía ser así, y le rogué por ayuda, pero incluso ahí, ya lo sabía. Eran palabras solamente. No había nada que pudiera hacer. Las palabras que dije, el enojo que mostré, no eran para hyung. Eran para mí. Yo, quien no podía hacer nada, yo, quien no era nadie.



      Me levanté, frotándome los ojos. Los hyungs me dijeron con gestos que querían que los siguiera en silencio. Honestamente, quería dormir más, pero obedecí sus palabras. Salimos de la habitación silenciosamente y nos dirigimos al pasillo. Todo a mí alrededor estaba oscuro. Me preguntaba qué hora era, pero no tenía forma alguna de saber, más que ya era la hora de estar dormido. Subimos las escaleras hacia el techo y abrimos la puerta de metal. Chillido. Ante ese ruido, los hyungs se detuvieron en shock y yo igual. Miramos a nuestro alrededor.

      Nos sentamos juntos en el tejado. “¿Por qué aquí arriba?” pregunté.

      El hyung mayor contestó. “Solo espera, Jung Hoseok.”

      En ese momento, escuché una explosión, y el cielo en la parte norte se volvió brillante. Estaba tan sorprendido que cerré mis ojos y me acurruqué. Olía como si algo se estuviera quemando. “Wow”, alguien gritó, y el hyung mayor les dijo que se callaran. Abrí mis ojos y miré hacia arriba, al cielo del norte. Escuché la explosión una vez más y las estrellas aparecieron en el cielo.

      “No son estrellas. Fuegos artificiales.” Dijo hyung.

      Los fuegos artificiales siguieron floreciendo. Me acosté en el techo y miré hacia arriba a las estrellas, fuegos, flores que explotaban en el cielo. “Jung Hoseok está llorando, está llorando,” escuché decir a los hyungs para molestar.

      “Hey.” Limpié mis lágrimas con mis mangas, pero éstas seguían saliendo de mis ojos.



      Volví a mi consciencia y me encontré caminando sobre el puente. Los rayos del sol eran deslumbrantes y era difícil abrir mis ojos correctamente. “¿Por qué vine hasta aquí?” pensé, y por el mareo mi visión era borrosa. Noté que mis rodillas se estaban rindiendo, y los ruidos de los claxon de los autos que pasaban por el puente golpeaban mis oídos. De un lado, miré las profundas aguas oscuras del río Yangji.

      La tía del orfanato fue la primera persona en que yo, como un niño que había perdido a su madre, pude contar. El amanecer en el que desperté con calentura, cuando mi litera que se encontraba vacía después de que un amigo fue tomado en adopción, las veces que terminé en el hospital tras un ataque epiléptico de narcolepsia, mi ceremonia de ingreso a la primaria, hasta mi graduación de la escuela media, mi tía estuvo a mi lado.

      Ella enfermó. La voz familiar de esa llamada era un amigo más joven del orfanato. No recuerdo cómo logré llegar hasta su casa. Todo lo que recuerdo es su casa y el rostro que vi por la ventana. Soltó una risa mientras hablaba con alguien. Toda la charla sobre estar enfermo, necesitar cirugía, y ya no tener esperanza suena a mentiras. Cuando estuvimos a punto de hacer contacto visual, apenas logré esconderme. Pensé que comenzaría a llorar si veía su cara. Pensé que soltaría palabras de despecho y preguntaría si incluso ella me estaba abandonando. Comencé a caminar. Creí que alguien me habló, pero no mire atrás.

      Un camión grande pasó a mi lado levantando una ráfaga de viento. “Mamá.” Murmuré mientras observaba al autobús alejándose. El día que me separé de mamá también me subí a uno de esos autobuses. ¿Mi tía me abandonaría como lo hizo mi mamá? ¿Sería privado una vez más de una persona increíble? Levanté mi cabeza y los rayos del sol cayeron sobre mí. Entonces, mi mundo comenzó a colapsar. El sonido de las llantas golpeando el asfalto y el viento soplando a lo largo del río, varios recuerdos que tenía junto a mi tía se deshicieron en los rayos del sol. Me desplomé al suelo.

      (T/N: La palabra “tía” en esta nota no se refiere a una tía de sangre literalmente, en lugar de eso, se usa para referirse a la mujer que trabajaba en el orfanato. De pequeño, es un título por el que se podía llamar a una mujer mayor que actuaba como tutor o cuidador.)



      Tras mi cumpleaños número diecinueve, mi mundo cambió drásticamente una vez más. Ya no podría estar bajo los cuidados del gobierno ni quedarme en el orfanato. Con el dinero que me dieron al dejar el sistema y lo que pude ahorrar de mi trabajo de medio tiempo pude comprar una casa. No podía siquiera imaginar quedarme en el área del restaurante Two Star Burger. Busqué por la estación Songju, pero no hubo mucha diferencia. Al final, todo lo que logré hacer fue caminar por una calle inclinada. La casa de azotea se encontraba en la parte interior de una calle sin salida

      Arrastré mi maleta por las escaleras de hierro. Había abandonado el orfanato en el que viví por doce años, pero aun así no tenía mucho equipaje. Tuve todo listo con solo organizar unas cuantas prendas de ropa y zapatos, así como unos pequeños muebles que había comprado del centro de reciclaje.

      Aun así, mudanza es mudanza, así que cuando finalmente terminé, ya era de noche. Incluso con el clima de febrero, estaba sudando. Mientras abría la puerta de hierro con un crujido, el frío viento de invierno se coló dentro del lugar. Salí y me recargué sobre la baranda. Pude observar a Songju bajo mis pies. Traté de localizar el orfanato con mi vista. Siguiendo el río hacia la izquierda, y a la izquierda de una señal en forma de trébol podía observar el lugar. Con las luces neones y faros del lugar no podía apreciar bien el orfanato.

      Volteo mi vista para observar la casa en la azotea. Una pequeña habitación que apenas es una habitación. Una habitación tan desgastada que en verano estaría caluroso como si se tratara de un calentón, y en invierno, el viento frío se metería por las grietas. Pero, ese lugar era el único que existía para mí. El lugar en el que podía ser yo mismo. Un lugar donde podría tener miedos sinsentidos o esperanzas con la que otros pudieran divertirse. Un lugar en el que podía reír o llorar tanto como mi corazón quisiera. “Hagámoslo bien.” Grité esto mientras encaraba la casa de azotea. La casa más alta de la ciudad, este lugar que se sentía tan cerca del cielo nocturno, era mío a partir de hoy.



      Miré el edificio. Las luces estaban encendidas aquí y allá. Quizás porque era el centro de la ciudad, había muchos signos para contadores y abogados. En el último piso, el quinto piso, todas las luces estaban encendidas. Durante las últimas semanas, Taehyung y yo habíamos observado desde los edificios más altos en Song Ju. No sabíamos lo que buscábamos. La única pista que teníamos era el sueño de Taehyung. La lata de café y el trébol de cuatro hojas que él había visualizado en su sueño. Tomamos esa única pista y nos quedábamos despiertos la noche entera subiendo y bajando edificios. Llovió por unos cuantos días. Al principio, traíamos paraguas para explorar los edificios, pero estos días, dejamos que la lluvia nos mojara. Nos encontramos en algunos percances debido a esto. Una vez, empapados, fuimos confundidos por vándalos en las escaleras de un edificio y fuimos perseguidos. Era común que las puertas de hierro de los tejados estuvieran cerradas, y era imposible revisar desde el inicio de las escaleras.

      Miré al edificio una vez más. Pensé para mí mismo ¿Sera que era esto lo que teníamos que encontrar? Había un nombre familiar en la puerta. La oficina del asambleísta Kim Chang-Jun.

      “¿Quién es?” preguntó Taehyung.

      Lo observé. “¿No lo sabes?”

      Taehyung me miró de vuelta, su pura e ingenua mirada, totalmente ignorante. Últimamente, me he sentido perdido sin Kim Taehyung. Había cosas que parecían imposibles de no conocer, pero Taehyung era aquel que en realidad no las sabía. Taehyung, quien veía ciertas cosas sin vacilar, cosas de las que yo estaba asustado de mirar, y extendía obstinadamente su mano cuando nadie más lo haría.

      “Es el padre de Jin hyung.” Le respondí.



      Me gusta estar rodeado de personas. Tras salir del orfanato y estar por mi cuenta, comencé a trabajar de medio tiempo en un restaurante de comida rápida. Era un trabajo que requería que viera a muchas personas, que siempre tuviera una sonrisa en mi rostro y que siempre estuviera energético. Me gustaba ese trabajo. De verdad, en mi vida diaria no hay mucho por lo que reír o mantener una gran energía. Estoy seguro que me he encontrado más gente mala que buena. Tal vez por eso me gustaba aún más mi trabajo. Incluso si tuviera que forzarme a mí mismo a sonreír y hablar con un tono alegre y crear buenas conversaciones, tenía la ilusión de sentirme así realmente. Al mantener una gran sonrisa, mis sentimientos se volvían mejores, y hablando amablemente, me convertía en una persona amable. También había días difíciles. Cuando terminaba de limpiar la tienda y regresaba a casa, era difícil dar un solo paso. También hubo varios días donde hubo clientes que creaban escenas. Aun así, cuando tenía amigos, era más fácil soportar esas cosas a comparación de ahora.

      Hay veces que al observar a las personas que entran a comprar, pienso en mis amigos. Seokjin, quien se transfirió de escuela sin decir palabra alguna; Namjoon, quien una mañana desapareció; Yoongi, con quien no tuve contacto después que lo expulsaron; Taehyung, de quien no sabía si estaba por ahí teniendo algún percance; y Jimin, quien no regresó a la escuela después de la última vez que lo vi en la sala de emergencia. He visto a Jungkook usando su uniforme del colegio y dirigiéndose a la escuela en múltiples ocasiones a través de la ventana, pero por alguna razón nunca se detuvo a saludar. Pensé en que esos momentos ya no existen más.

      Tras el sonido de un cliente entrando al lugar, los saludo energéticamente. Después, volteé mi mirada a la puerta con una brillante y saludable sonrisa.



      La mamá de Jimin cruzó la sala de emergencias. Revisando el nombre de las cabecillas de las camas y la etiqueta en los sueros intravenosos, uno a uno, logró encontrar a Jimin. Un poco dudoso, me acerqué para hablar sobre porque habían traído a Jimin a la sala de emergencias y de cómo había tenido un ataque epiléptico en la parada de autobús. Como si acabara de darse cuenta de mi existencia, la madre de Jimin me observó por un momento como si tratara de adivinar algo. La saludé, sin saber qué más hacer. La madre de Jimin me agradeció y luego se dio la vuelta.

      Ella me dio la cara una vez más cuando los doctores y enfermeros comenzaron a mover la cama e intenté seguirles. Mientras daba las gracias de nuevo, la señora me pasó de largo golpeando mi hombro. Más que un golpe, un ligero toque con su mano sería una descripción más adecuada. De pronto, se dibujó una línea entre la madre de Jimin y yo, que no podía percibir. Era una línea clara y firme. Era fría y sólida. Era una línea que nunca podría cruzar. Había vivido por más de diez años en el orfanato, así que pude percibirlo con todo mi cuerpo, con mis ojos, en el aire. En la confusión del momento, caí al piso mientras retrocedía. La madre de Jimin me dedicó una mirada sin expresión. Era pequeña y muy linda, pero su sombra lucía fría y enorme. Fui cubierto por esa sombra en el piso de la sala de emergencias. Cuando levanté mi cabeza, Jimin ya había sido sacado de la sala de emergencias y no pude verlo. Tras ese día, Jimin no regresó a la escuela.