RÍO YANGJI
UBICACIÓN FÍSICA
MENCIÓN SIGNIFICATIVA DE LA UBICACIÓN
MENCIÓN DE LA UBICACIÓN
RÍO YANGJI
UBICACIÓN FÍSICA
MENCIÓN SIGNIFICATIVA DE LA UBICACIÓN
MENCIÓN DE LA UBICACIÓN

  • ¡Río Yangji puede encontrarse en el libro de letras gráficas de You Never Walk Alone!

    • Corrí alrededor del río Yangji bajo un oscuro atardecer. Fijé mi vista en el cielo que se apreciaba color rosa mezclado con púrpura y sentí que si pedaleaba más, escaparía de mi pesada vida diaria. Hoy también, tan pronto como escuché a mamá preparar la cena, saqué mi bicicleta. No quería cruzarme con nadie, no importa quien fuera. Un lugar donde ni una sola persona me dedicaría una sonrisa, ese lugar era mi hogar. Vivir juntos no nos convertía en familia. Dejar esa casa no hacía que las cosas fueran diferentes. Los hyungs se fueron uno por uno, y aunque estamos en la misma ciudad, había pasado mucho tiempo desde la última vez que nos contactamos. Ahora, dentro y fuera de mi casa, no había nadie que me sonriera.

      El sol se escondió, y antes de que la luna saliera, la orilla del río se volvió oscura. Mientras aceleraba mi bicicleta, la vista del río también aceleraba conmigo. El camino que ahora estaba transformado en parque terminó, y apareció un lugar lleno de basura con partes de autos chatarra, de viejas motocicletas y llantas. Dejé mi bicicleta recargada sobre un pilar bajo el puente y continué caminando río abajo. Del lado opuesto, un grupo de chicos estaba tomando alcohol y quemando ramas de árbol en una fogata, pero de este lado no había nadie. Las personas no vienen a lugares arruinados como este. ¿Esa también es la razón por la que nadie se acerca a mí? En este lugar abandonado, me siento cómodo acompañado de la perfecta oscuridad para mi mismo. Pensé sobre cómo deseé que ese momento nunca terminara.



      Volví a mi consciencia y me encontré caminando sobre el puente. Los rayos del sol eran deslumbrantes y era difícil abrir mis ojos correctamente. “¿Por qué vine hasta aquí?” pensé, y por el mareo mi visión era borrosa. Noté que mis rodillas se estaban rindiendo, y los ruidos de los claxon de los autos que pasaban por el puente golpeaban mis oídos. De un lado, miré las profundas aguas oscuras del río Yangji.

      La tía del orfanato fue la primera persona en que yo, como un niño que había perdido a su madre, pude contar. El amanecer en el que desperté con calentura, cuando mi litera que se encontraba vacía después de que un amigo fue tomado en adopción, las veces que terminé en el hospital tras un ataque epiléptico de narcolepsia, mi ceremonia de ingreso a la primaria, hasta mi graduación de la escuela media, mi tía estuvo a mi lado.

      Ella enfermó. La voz familiar de esa llamada era un amigo más joven del orfanato. No recuerdo cómo logré llegar hasta su casa. Todo lo que recuerdo es su casa y el rostro que vi por la ventana. Soltó una risa mientras hablaba con alguien. Toda la charla sobre estar enfermo, necesitar cirugía, y ya no tener esperanza suena a mentiras. Cuando estuvimos a punto de hacer contacto visual, apenas logré esconderme. Pensé que comenzaría a llorar si veía su cara. Pensé que soltaría palabras de despecho y preguntaría si incluso ella me estaba abandonando. Comencé a caminar. Creí que alguien me habló, pero no mire atrás.

      Un camión grande pasó a mi lado levantando una ráfaga de viento. “Mamá.” Murmuré mientras observaba al autobús alejándose. El día que me separé de mamá también me subí a uno de esos autobuses. ¿Mi tía me abandonaría como lo hizo mi mamá? ¿Sería privado una vez más de una persona increíble? Levanté mi cabeza y los rayos del sol cayeron sobre mí. Entonces, mi mundo comenzó a colapsar. El sonido de las llantas golpeando el asfalto y el viento soplando a lo largo del río, varios recuerdos que tenía junto a mi tía se deshicieron en los rayos del sol. Me desplomé al suelo.

      (T/N: La palabra “tía” en esta nota no se refiere a una tía de sangre literalmente, en lugar de eso, se usa para referirse a la mujer que trabajaba en el orfanato. De pequeño, es un título por el que se podía llamar a una mujer mayor que actuaba como tutor o cuidador.)



      Cuando me di la vuelta, el hospital ya estaba bastante lejos. Las flores quedaron atrás, la banca y la ventana por los que veía el río junto a ella ya no eran visibles. Mirando atrás, ella me daba un respiro en ese congestionado hospital. Cuando nos juntábamos en esa banca del hospital para hablar de esto y aquello durante las tardes, el sol se escondía muy rápido. Le conté sobre las veces que jugábamos en nuestro escondite, sobre el viaje a la playa, e incluso sobre la caminata a la estación de trenes. Ella habló sobre cada rincón y grieta que había en el hospital. No había nada que ella no supiera sobre ese lugar; desde la ventana por la que podías observar el río, hasta las escaleras secretas que llevaban al techo.

      Su habitación en el hospital estaba vacía. Aun si fue dada de alta o cambiada de habitación, no pude averiguar nada preguntándoles a las enfermeras. Por alguna razón, una parte de mi corazón se sentía vacío. Me di la vuelta y seguí caminando. Pude notar la escuela a la distancia. Piénsalo un momento, la mayoría de las historias que le conté fueron sobre los hyungs, y casi todas mis oraciones las comenzaban con “los hyungs.” Para mí que siempre estuve solo, se convirtieron en amigos, familia y guías. Todas mis historias quedaban dentro de sus historias, y yo solo existía en las conexiones que teníamos.

      Sin embargo, en algún momento, tuve esos pensamientos. Tal vez llegará el día en que ya no estén a mi lado. Un día los buscaré, pero ellos ya no estarán ahí y no sabré el porqué. No, más grave aún, no sé si pasaría algo más severo.

      Recordé esa noche. La noche en que el cielo estaba iluminado por esa gran luna, el mundo al revés, la luz de los faros llegando a mi visión que había sido puesta de cabeza, la forma del auto que pasó de largo y desapareció, la luz roja de las luces traseras, el sonido del motor que por alguna razón se había vuelto familiar. No quería hacer especulaciones sin sentido, sin embargo, ese momento regresaba a mi mente constantemente.



      El anuncio de que pronto aterrizaríamos se escuchó sobre mis audífonos. No se veía nada afuera de las ventanas más que esponjosas nubes. Recordé mi tiempo en Los Ángeles. Fue lindo tener una playa. Pero aparte de eso, no había nada particularmente memorable. El avión hizo una vuelta pronunciada y la ciudad se volvió visible.

      Regresar a Songju había sido repentino. Mi padre había llamado y dicho “regresa”. Por supuesto, había una razón. Mi padre no era el tipo de persona que hiciera algo sin tener un motivo. Pero no había dicho cuál era esa razón. No pregunté, tampoco, pues ya sabía que al llegar me iba a dar cuenta de que era. Pero, una vez más, tal vez el regresar a Song Ju no había sido tan repentino después de todo. Quizá ya todo había sido decidido, y era solo que no sabía nada.

      Escuché en la fila frente a la mía a un niño preguntar, “¿ese es nuestro hogar?” miré por la ventana.

      “No, nuestra casa se encuentra cruzando el río'', dijo alguien que parecía ser el padre del niño.

      Hogar. Repetí esa palabra en mi cabeza. No se sentía como si estuviera yendo a mi hogar. Tampoco Los Ángeles se sentía como mi hogar. Los Ángeles y Song Ju. Ambas eran mis direcciones, pero ninguno era mi hogar.



      Tras mi cumpleaños número diecinueve, mi mundo cambió drásticamente una vez más. Ya no podría estar bajo los cuidados del gobierno ni quedarme en el orfanato. Con el dinero que me dieron al dejar el sistema y lo que pude ahorrar de mi trabajo de medio tiempo pude comprar una casa. No podía siquiera imaginar quedarme en el área del restaurante Two Star Burger. Busqué por la estación Songju, pero no hubo mucha diferencia. Al final, todo lo que logré hacer fue caminar por una calle inclinada. La casa de azotea se encontraba en la parte interior de una calle sin salida

      Arrastré mi maleta por las escaleras de hierro. Había abandonado el orfanato en el que viví por doce años, pero aun así no tenía mucho equipaje. Tuve todo listo con solo organizar unas cuantas prendas de ropa y zapatos, así como unos pequeños muebles que había comprado del centro de reciclaje.

      Aun así, mudanza es mudanza, así que cuando finalmente terminé, ya era de noche. Incluso con el clima de febrero, estaba sudando. Mientras abría la puerta de hierro con un crujido, el frío viento de invierno se coló dentro del lugar. Salí y me recargué sobre la baranda. Pude observar a Songju bajo mis pies. Traté de localizar el orfanato con mi vista. Siguiendo el río hacia la izquierda, y a la izquierda de una señal en forma de trébol podía observar el lugar. Con las luces neones y faros del lugar no podía apreciar bien el orfanato.

      o mi vista para observar la casa en la azotea. Una pequeña habitación que apenas es una habitación. Una habitación tan desgastada que en verano estaría caluroso como si se tratara de un calentón, y en invierno, el viento frío se metería por las grietas. Pero, ese lugar era el único que existía para mí. El lugar en el que podía ser yo mismo. Un lugar donde podría tener miedos sinsentidos o esperanzas con la que otros pudieran divertirse. Un lugar en el que podía reír o llorar tanto como mi corazón quisiera. “Hagámoslo bien.” Grité esto mientras encaraba la casa de azotea. La casa más alta de la ciudad, este lugar que se sentía tan cerca del cielo nocturno, era mío a partir de hoy.