CASA DE LA INFANCIA DE YOONGI
UBICACIÓN FÍSICA
MENCIÓN SIGNIFICATIVA DE LA UBICACIÓN
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  • ¡Casa de la infancia de Yoongi puede encontrarse en el libro de letras gráficas de House of Cards!

    • "Yoongi-yah."

      En cuanto entré a la sala de estar, me senté frente al piano. No había tiempo ni para limpiar mi sudor. Me limpié mis sudorosas manos en mi camiseta. Mi madre abrió la hoja con las partituras. No podía salir de esto. Pestañeé. Había pasado la última hora corriendo debajo de los flameantes rayos del sol. Mi corazón bombeaba tan fuerte que no me dejaba escuchar el sonido de mi propia respiración. El sudor bajaba por mi espina dorsal y mojaba la parte baja de mi espalda. Mis dedos temblaban.

      “Min Yoongi.” Regresé a mis sentidos con el sonido de la voz de mi mamá. “Ni siquiera puedes tocar Chopin, pero aun así ¿este es el momento para empezar a componer?” Dijo mi mamá mientras golpeteaba la partitura. ¿Qué es lo que había tocado? No podía recordar. “Otra vez, desde el inicio.”, dijo mi madre en un tono bajo. Otra vez. Otra vez. Otra vez. Toqué la misma página una y otra vez. Mi cuerpo seguía cálido y yo seguía sudando. Mi mente estaba en blanco y sentí como si fuera a vomitar. Quizá fue por eso que ignoré las partituras y a mi madre, y por eso jugaba con mis emociones que parecía que iban a explotar dentro de mí. Mi mamá me tomó de las manos y las quitó del teclado. “¡Esta no es la emoción correcta!”, dijo.

      “¡Por favor, detente!” grité mientras me lanzaba fuera de mi asiento. Mamá me miró fijamente, congelada. “¡Detenlo, por favor detenlo!” Escupí las palabras que fueran que pudiera encontrar. Brinqué en el lugar y rasgué mi cabello, luego, finalmente, tomé el trofeo de mi mamá y lo lancé al piano. Una de las teclas se rompió y salió volando, rozando mi mejilla.



      El fuego ardía de un color rojo escarlata. La casa en la que vivía hasta esta mañana estaba envuelta en llamas. La gente que me conocía venía corriendo y gritando cosas. Los vecinos daban cortos y rápidos pasos. Decían que el camión de los bomberos no podía entrar porque no encontraban una entrada segura. Me detuve y me mantuve en ese lugar.

      El final del verano. Era el inicio del otoño. El cielo era azul y el aire estaba seco. Lo que debería pensar, lo que debería sentir, lo que debería hacer, no tenía idea. Sin embargo, pensé “Oh… mamá.” De un momento a otro, la casa colapsó con un ruido sordo. La casa envuelta en llamas, no, la casa que ahora se había convertido en llamas, el techo, las columnas, las paredes, la habitación en la que vivía, colapsaron como un castillo de arena. Mire fijamente la escena.

      Alguien me pasó por un lado empujándome. Dijeron que el camión de bomberos ya venía. Alguien me tomó y me preguntó algo. Esa persona me miró a los ojos y gritó algo, pero no pude escuchar nada.

      “¿Hay alguien adentro?” Miré vagamente a esa persona. “¿Está tu mamá adentro?” Este alguien me tomó de los hombros y me sacudió. “No, no hay nadie adentro.” Contesté sin saberlo. “¿Qué estás diciendo?” una vecina respondió. “¿Tu mamá? ¿A dónde fue tu mamá?” “No hay nadie adentro.” Yo tampoco sé lo que estaba diciendo. Alguien me empujo bruscamente abriéndose camino.



      La comida de hoy estuvo deliciosa. Solo era una comida escolar, nada especial, así que fue extraño. No demostré cómo me sentía. Si lo dejara salir, no sería propio de mí. Como siempre, estaba sentado con flojera en una silla y sostenía mis cubiertos como si estuviera aburrido. Pero, ciertamente la comida de hoy fue deliciosa. Taehyung y Jungkook movieron las cortinas para dejar entrar la luz del sol, cambiaron lugares, hicieron un desastre y el viento provocado por esto generó polvo. Namjoon les dijo que se mantuvieran en silencio aunque fuera la hora de la comida. Un pensamiento vino a mi mente mientras levantaba una cuchara. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que tuve una comida con el corazón tranquilo?

      Por lo que se, nuestra familia no hablaba durante la hora de la cena. Tampoco decíamos cosas como que estaba delicioso, que nos sirvieran más, o que comimos bien. Para mi familia, comer era algo que había que hacer para mantener el día a día, nada más ni nada menos. “Min Yoongi, no hagas ruido en el comedor.” No estoy seguro de cuando dijo eso mi padre, y tampoco lo puedo recordar ahora. Solamente permanecía el fuerte sonido de los cubiertos “hablando” mientras chocaban contra la mesa. No levantó su voz ni se molestó. No, no creo que si quiera me haya volteado a ver. Sin embargo, cerré la boca. Interrumpí lo que sea que estuviera diciendo y tomé una gran bocanada de comida en su lugar. Después mordí mi mejilla. Un sabor a sangre se desprendió. Dolió y pensé que pronto saldrían las lágrimas. Sin embargo, no dije que me había lastimado. No podía hablar en el comedor. Mastiqué el sangriento arroz en contra de mi voluntad.

      Alguien tomó un aperitivo de mi bandeja. Sin darme cuenta, hice una mueca, pero no era que me importara o me molestara. Esa es simplemente mi reacción a todo en general. “Yoongi está enojado. Taehyung, ¿Qué vas a hacer?” Dijo Hoseok, y Taehyung pidió disculpas de manera exagerada. Esas palabras eran exactamente las que vendrían de parte de Hoseok y Taehyung, en absoluto contrarias a ellos. Después otra ruidosa conversación vino, junto con varias carcajadas. Nadie se dio cuenta que había hablado durante la hora de la comida.



      No podía percibir nada más que el golpeteo de la música en mi cabeza. Cuánto bebí, qué lugar era, que estaba haciendo. No quería saberlo, y tampoco era importante. Era de noche cuando me tambaleé en la calle. Me balanceé y caminé. No importa si fuera un peatón, un anuncio, una pared, choqué con ellos sin tener cuidado. No me importaba. Tan solo quería olvidarlo todo.

      Aun así la voz de Jimin resaltó. “Hyung. Jungkook…” Lo siguiente que recuerdo es que subí las escaleras del hospital como loco. El pasillo del hospital era extrañamente largo y oscuro. Personas usando batas de paciente pasaban de largo. Mi corazón latía rápidamente. Los rostros de los demás eran pálidos y sin expresión. Todos parecían muertos. El sonido de mi corazón desfallece en mi cabeza.

      A través de la puerta ligeramente abierta, Jungkook estaba recostado. Sin que me diera cuenta, mi cabeza volteó bruscamente. No podía verlo. En ese momento, vino a mí repentinamente el sonido de un piano, fuego, de un edificio colapsado. Cubrí mi cabeza y caí al suelo. “Es tu culpa.” Ellos decían, “Si tan solo no hubiera sido por ti.” La voz de mi madre, no mi voz, no, la voz de alguien. Esas palabras me atormentaron varias veces. Quería creer que no era así. Pero Jungkook estaba ahí acostado. Por el corredor pasaban pacientes con sus rostros pálidos como si fueran muertos viniendo de aquí y allá, Jungkook estaba postrado ahí. Definitivamente no podía entrar ahí. No podía confirmarlo. Mientras me ponía de pie, mis piernas flaquearon. Salí de ahí, pero las lágrimas cayeron. Era casi de risa. No podía recordar la última vez que lloré.

      Mientras cruzaba por el cruce de peatones, alguien tomó mi brazo y me hizo girar bruscamente. ¿Quién era? No, no me importa. No importa quien fuera, da igual. No te me acerques. Vete. Por favor, déjame solo. No quiero lastimarte. Tampoco quiero ser lastimado. Así que por favor, no te acerques a mí.



      Atravesé la puerta y tomé el envoltorio que dejaron en el último cajón del tocador. Cuando le di la vuelta, una tecla de piano cayó al suelo. Lancé la tecla a medio quemar al bote de basura y me recosté en la cama. No podía superar mi corazón ardiente, y mi respiración estaba entrecortada. Mis dedos ya estaban manchados de hollín.

      Cuando el funeral terminó, fui a la casa que había sido destruida por el fuego, yo solo. Cuando entré a la habitación de mi madre, pude ver el piano de ella quemado hasta ser irreconocible. Vacilé un poco y me senté. El sol de la tarde se coló por la ventana, y solo me mantuve sentado mientras comenzaba a esconderse. Durante los últimos destellos de luz, varias teclas del piano comenzaron a rodar al suelo. Me pregunté qué clase de sonido saldría si las presionara. Me pregunté cuántas de ellas habían sido tocadas por los dedos de mi mamá. Guardé una tecla en mi bolsillo y me fui de la habitación.

      Han pasado casi cuatro años desde aquella vez. La casa estaba en silencio. Se sentía tan callada que pensé que me volvería loco. Como eran más de las 10 pm, mi padre estaba dormido, así que tenía que mantener hasta mi respiración. Esa era la regla en esta casa. Mantener ese silencio era difícil. No es fácil mantenerse con los horarios, reglas y formatos. Pero más que eso, la cosa que no podía soportar era que seguía viviendo en esa casa después de todo eso. Recibía el sustento que me daba mi padre, comía junto a él, escuchaba sus regaños. Podría oponerme a él, extraviarme, abandonar a mi padre, con quien me pelearía y dejaría solo en casa; pero no tenía el coraje para practicar la libertad de manera real, y no solo de palabras.

      Me levanté de la cama de pronto. Saqué la tecla de piano del bote de basura que estaba bajo el escritorio. Cuando abrí la ventana, el viento nocturno golpeó con fuerza. Los sucesos del día de hoy fueron llevados por el viento y llegaron como una bofetada. Lancé esa tecla con todas mis fuerzas por el aire. Habían pasado diez días desde la última vez que fui a la escuela. Escuché que me habían expulsado. Ahora, incluso si no quisiera, podría ser echado de esta casa. Traté de escuchar detalladamente, pero no capté el sonido de la tecla golpeando el suelo. No pude ser capaz de saber el sonido que haría no importa que tanto me concentrara en ello. No importa cuánto tiempo pasara, esa tecla no sería capaz de volver a hacer ese sonido. Nunca volveré a tocar el piano de nuevo.